Por: Maribel González, académica investigadora, Escuela Educación Diferencial de Universidad de Las Américas.

Hasta 2021, en nuestro país la Lengua de Señas Chilena (LSCh) se consideraba solo un medio de comunicación utilizado por las personas sordas. Esta situación cambió el año pasado, a través de la modificación legal que la reconoció como lengua natural, originaria y patrimonio inmaterial de las personas sordas chilenas. La normativa agrega que «la enseñanza para los y las estudiantes sordas (…) deberá garantizar el acceso a todos los contenidos del currículo común, así como cualquier otro que el establecimiento educacional ofrezca, a través de la lengua de señas como primera lengua y en español escrito como segunda lengua”.

Esto conlleva una importante responsabilidad para todo el sistema educativo y para nosotros como principales formadores, ya que según datos del MINEDUC de 2021, existen 2.227 estudiantes sordos en el sistema educativo escolar, de los cuales un 17% asiste a escuelas especiales y 83% a escuelas regulares con Programas de Integración Escolar (PIE).

La enseñanza de la LSCh como primera lengua implica la promoción de una modalidad de enseñanza bilingüe que valore, reconozca e incorpore en la comunidad educativa, aquellos elementos culturales que son propios de la comunidad sorda. Este es el caso de algunas escuelas especiales para estudiantes sordos que trabajan bajo la mirada intercultural – bilingüe y de algunos establecimientos regulares con Programa de Integración Escolar (PIE) que han avanzado incorporando educadores sordos e intérpretes de LSCh. Pese a estos esfuerzos, los cambios que se requieren son aún insuficientes.

Las instituciones de educación superior debemos abordar la necesidad de contar con profesionales que sean capaces de dar respuesta a la diversidad de estudiantes del sistema educativo. La Facultad de Educación de la Universidad de Las Américas se ha hecho cargo de esta necesidad, incorporando dentro de una de las asignaturas de la carrera de Pedagogía en Educación Diferencial el Taller de Lengua de Señas Chilena.

Si bien este es un pequeño paso, es al mismo tiempo una clara señal de nuestro compromiso, que apunta a desarrollar un plan de acción que permita sensibilizar y formar a la comunidad estudiantil y académica en esta área. Al mismo tiempo, manifiesta su motivación de alinearse con una mirada de derechos que asume la responsabilidad de formar estudiantes comprometidos, que puedan contribuir a ofrecer una educación de calidad y en condiciones de equidad para las niñas y niños sordos del país.

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